Hace unas semanas hablábamos sobre los retos de un traductor
autónomo desde el punto de vista personal y ahora queremos hacer un repaso de
los retos de cada uno de nosotros desde el punto de vista profesional.
Reto 1: mantener un
sistema de contabilidad y actualizarlo con cada proyecto

Puede ser una tabla de Excel con fecha del proyecto, datos
del cliente, número de palabras, tarifa, total bruto, total neto, etc. A mí me
resulta también muy útil usar un código de colores para saber si un proyecto
está facturado y cobrado (rojo cuando no y verde cuando sí).
Reto 2: llevar una
tabla de tarifas por clientes y combinaciones lingüísticas
Porque cada cliente es diferente y cada negociación es un
mundo, debemos tener una tabla bien organizada con las tarifas que le cobramos
a cada uno y en cada combinación lingüística. Así evitaremos errores en
detrimento de nuestros ingresos y de nuestra relación con cada cliente. Lo
ideal sería actualizar esas tarifas aproximadamente una vez al año.
Reto 3: mantener
nuestras herramientas de trabajo actualizadas
Es inevitable que destinemos parte de nuestros ingresos a
mantener nuestras herramientas de trabajo actualizadas. Y con esto me refiero
tanto a software (TAO, diccionarios
electrónicos, navegadores, procesadores de texto, programas de conversión de
archivos, etc.) como a hardware (escáner,
disco duro, tarjeta de sonido, impresora, etc.). Los diccionarios en papel
quedaron relegados a casos contados y muy concretos por más que nos duela.
Reto 4: alimentar
bien las TAO
Para que el dinero que destinamos a comprar y actualizar
herramientas de traducción asistida no sea un gasto sino una inversión, hemos
de usarlas siempre (por pequeño que sea el proyecto que nos ocupa) y alimentarlas
de la manera correcta. A mí me resulta muy útil reciclar las memorias que tengo
por clientes y organizarlas por tema o especialidad, así como ir introduciendo
la terminología en los diccionarios.
Reto 5: saber decir
que no a lo que no nos conviene
Hasta ahora, siempre que he tenido dudas a la hora de
aceptar un proyecto, bien por mi capacidad (tiempo, campo de especialidad,
etc.) o bien por considerar que las condiciones del trabajo no eran las
adecuadas (plazo, precio, etc.) he acabado dándome cuenta de que fue un error
aceptarlo. Para evitar esto, aprendamos a decir NO desde el principio, por
favor.
Reto 6: tarjetas de
visita y CV
Tanto las tarjetas de visita como el CV son nuestra primera
carta de presentación y pueden marcar la diferencia entre nosotros y los demás
profesionales de nuestro ámbito. Por ello es fundamental tener ambas cosas siempre
actualizadas y a mano. Tampoco está de más realizar un dossier de presentación
de nuestros servicios (puede ser en formato digital) y un formato bonito de
presupuesto, que es otra de las primeras cosas que nos solicitará un potencial
cliente.
Reto 7: diversificar
riesgos, es decir, traducir tanto para agencias de traducción como para
clientes directos
Cada uno tiene sus ventajas y sus inconvenientes (véase lo
que dice Oliver Carreira al respecto) y siempre he considerado un acierto lo de
«no poner todos los huevos en la misma canasta».
Reto 8: guardar
copias de seguridad de los trabajos
Los problemas técnicos, el paso del tiempo, el cambio de
ordenador… hay múltiples factores que pueden hacer que se dificulte la tarea de
recuperar un trabajo realizado, por lo que una copia de seguridad es imprescindible
para cada proyecto por mínimo que sea. Hacerlo una vez al mes en el momento de
facturar puede ser una buena opción.
Reto 9: pedir
retroalimentación (feedback) al
cliente sobre nuestro trabajo
Saber lo que los clientes opinan sobre nuestro trabajo nos
ayuda a conocerlos mejor a ellos y a corregirnos nosotros y crecer como
profesionales.
Reto 10: reciclarse y
actualizarse
Hoy en día no hay excusa ya que, aparte de los medios
tradicionales como cursos presenciales, congresos, jornadas o cafés con los
colegas, contamos con nuevas y cómodas herramientas como las redes sociales, los
webinarios o los cursos a distancia, entre otros.