Confieso
que habíamos previsto abordar un tema muy distinto para la rentrée de nuestro blog, que, siguiendo
los consejos que os dábamos en nuestra entrada Cerrado -o-no- por vacaciones, se ha tomado unas relaxing vacaciones.
Sin
embargo, el revuelo causado por la intervención de la Alcaldesa de Madrid en la
defensa de la candidatura de los JJOO de 2020 lo está pidiendo a gritos: Let’s have a relaxing cup of café con
leche y analicemos si de verdad era necesario ofrecer esta imagen tan pobre de
los españoles, causada, básicamente, por la falta de nivel de inglés.
El
simple hecho de que desde el minuto uno a todo el mundo le haya resultado
ridícula la actuación de doña Ana Botella demuestra que algo falla. No se trata
de un movimiento generado y promovido por un determinado grupo con una
intención definida. No. Por una vez, y sin que sirva de precedente, todos los
españoles estamos de acuerdo en que esto ha sido una gambada (red gamba y de Denia, of course) y que la imagen de España ha
quedado en entredicho. Los de izquierdas, los de derechas, los de Madrid, los
de provincias, los jóvenes, los menos jóvenes, los progres, los carcas y hasta
los que no se definen. Todos coincidimos. Esto no se hace, Mrs. Bottle.
La
pregunta que nos hacemos ahora es cómo hemos llegado a esto. ¿A quién debemos colgar
del palo mayor? ¿Al gabinete de comunicación que redactó el discurso de la
Alcaldesa? ¿Al que lo tradujo y se le ocurrió la genial idea de dejar términos
en castellano para dar una pincelada castiza, supongo? ¿Al que recomendó a la
Alcaldesa hablar en inglés por encima de todo y prescindir del servicio de interpretación,
que haberlo, habíalo? ¿Al que la asesoró en la dicción, el acento, la
gesticulación y la entonación? ¿A la propia Alcaldesa que no se grabó antes
para verse y oírse? ¿Al peluquero? ¿A todos ellos?
Sin
duda, lo que realmente sería de agradecer es que los representantes de nuestro
país tuvieran un nivel, al menos, de inglés suficiente como para comunicarse
con sus colegas y hablar en público sin que se produjeran situaciones como
éstas. Pero no vamos a entrar en el debate acerca del nivel de inglés medio que
tenemos los españoles, pues eso es flour
of another sack. Lo que sí nos planteamos ahora es, teniendo en cuenta el
bajo nivel de inglés de algunos de estos representantes, ¿qué es más
conveniente? ¿Obligarse a utilizarlo para comunicarse o asumir nuestras
debilidades y recurrir a la interpretación?
Estoy
segura de que si Ana Botella hubiera hablado en castellano en la rueda de
prensa y hubiera dejado que los intérpretes tradujeran su discurso ahora no
estaríamos hablando de ella. De haberlo hecho, su intervención habría pasado inadvertida y no estaríamos
todos haciendo vudú con ella. Pero es que yo creo que de eso se trata: de que
el ponente pase inadvertido y que se conceda toda la importancia al mensaje. Por
lo tanto, si no tienes nivel para comunicarte en un idioma, déjalo en manos del
intérprete para que el contenido le llegue al receptor con claridad y sin
distorsiones. Me encantaría poder preguntarles a los periodistas que estaban
presentes en la rueda de prensa en Buenos Aires, para saber cuántos de ellos
estaban escuchando el discurso y cuántos de ellos estaban pendientes de la
oradora y de su espléndida actuación. ¿Cuántos recibieron el mensaje con
nitidez y cuántos sintieron vergüenza ajena?
Vuelvo
a ver los vídeos del discurso de Ana Botella, que en pocos días han tenido más
de un millón y medio de visitas en youtube, y no acabo de entender por qué la
Sra. de Aznar utiliza los auriculares de interpretación cuando le formulan una
pregunta en castellano y por qué se los quita cuando se la formulan en inglés.
¿Existe el daltonismo lingüístico? ¿Era una clase experimental de TEI? ¿Acaso
una broma de Wyoming?
Sé que
ella ya ha purgado sus penas. Bastante tiene, la pobre, con la que le está
cayendo estos días. Y también sé que no se le puede echar a ella todas las
culpas de que Madrid, a pesar de ser «one of the most comfortable, charming and
inviting cities in the world», con mucho «fun» y mucha «welcoming people», se
haya quedado sin los JJOO por tercera vez consecutiva.
Pero
tomemos nota de lo ocurrido, please.
Seamos conscientes de que los intérpretes son profesionales que facilitan
muchísimo la comunicación y que, al igual que los traductores, ayudan a
reforzar la imagen de lo que se está vendiendo, casi tanto como un buen collar
de perlas, un Nadal o un 80% de las infraestructuras de gran calidad ya hechas.
¿O era un 90%? Oh my God! I can’t remember me...
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