Presentación

Sobre las autoras: Lorena, Elisa y Ana.

lunes, 20 de mayo de 2013

Se ofrece 'buenrollismo'

Este fin de semana he asistido al curso de «Coaching para traductores» que ha impartido Xosé Castro en Alicante (con la colaboración de Isabel García Cutillas en la parte de organización). Una experiencia muy enriquecedora, no sólo por todo lo que allí se dijo durante las más de 8 horas que duró la charla, sino por haber tenido la oportunidad de conocer en persona a muchos de los colegas a los que había leído en sus blogs o con los que incluso había mantenido algún contacto por teléfono o correo electrónico anteriormente pero con los que nunca había coincidido.
Y es que, ¡qué importante es el contacto personal en las relaciones!

De todo lo que dijo Xosé, me volví a casa con un concepto grabado en mi mente: «Los traductores, como profesionales autónomos, somos microempresas con patas».
Y como tales, debemos ser conscientes de que debemos cuidar la imagen que ofrecemos a los demás las 24 horas del día. Cuando una persona está contratada en una empresa por cuenta ajena, no la está representando (salvo que sea el responsable de marketing y comunicación o el de relaciones públicas) y, en ese caso, cuando acaba su jornada laboral, pasa al más absoluto anonimato de cara a los clientes de la empresa en la que trabaja.
Nosotros no. Nosotros somos la misma persona/traductor un miércoles a las 12 del mediodía que un sábado a las 4 de la mañana. Por lo tanto, cuidemos nuestra imagen permanentemente.
Procuremos no ofrecer una imagen de nosotros mismos que pudiera resultar perjudicial de cara a los clientes.
¿Dejarías en manos de este abogado el destino de la herencia millonaria de tu tía soltera?




Por supuesto, esto debemos tenerlo bien presente en nuestro día a día: aspecto físico, forma de hablar, comportamiento… pero también en la imagen de nosotros mismos que proyectamos a través de las redes sociales.

Twitter, Facebook, Linkedin y demás plataformas pueden ser herramientas de gran ayuda para profesionales como nosotros, si se usan bien. Mal empleadas son una auténtica bomba de relojería.
Todos conocemos algún caso de algún personaje público que se ha metido en un lío por un mensaje desafortunado en Twitter. Es el caso, por ejemplo, del actor y político Toni Cantó que afirmó ante sus más de 120.000 seguidores que la mayoría de las denuncias de víctimas de género eran falsas.
En cierto modo, es comparable con lo que le ocurrió al diseñador John Galliano por sus comentarios racistas. Cuando la imagen de uno está expuesta a los demás por una vía u otra, éste debe actuar en todo momento como si le estuvieran viendo todos los seguidores/clientes. Una vez dañada la imagen, ya no hay vuelta atrás y la carrera de toda una vida puede verse destruida.

Recordemos por tanto que todo lo que colgamos en las redes sociales (fotos, comentarios, críticas, insultos, manifestaciones políticas o religiosas…) puede volverse en nuestra contra. Así, Xosé recomienda tener varias cuentas separadas en las redes sociales, unas para lo profesional y otras para lo personal. Aunque en nuestro caso, como os digo, es difícil separar una cosa de la otra.

Como empresas abiertas 24 horas al día, 365 días al año que somos, debemos tomarnos la molestia de analizarnos y recopilar todo lo bueno que podemos ofrecer. Explórate, analízate como si fueras alguien que te ve desde fuera y extrae tus puntos fuertes. Regístralos. Tatúatelos y úsalos para venderte. No esperes a tener una reunión con un cliente para sacar tu tarjeta o el folleto con tus servicios. Aprovecha cualquier ocasión para contar lo que haces y ensalzar tus cualidades como traductor.
Tal y como afirmó Xosé, nunca se sabe de dónde puede surgir una oportunidad de negocio, así que no te aísles en tu búnker. El cliente no va a venir a buscarte a casa. Sal con amigos, apúntate a conferencias, viaja, asiste a ferias, incluso de ámbitos distintos a la traducción. Sí, del Salón Náutico de Barcelona y de esa conferencia sobre «Las periferias del ornitorrinco en el espacio peruano» también pueden salir clientes interesantes.

Planta tus semillas allá donde vayas. Algunas darán sus frutos a largo plazo pero ningún esfuerzo será en vano.
No pierdas la oportunidad de dejar tu huella por donde pises. Cuenta lo que haces y hazlo con el firme convencimiento de que lo que haces es la bomba (porque lo es).
¿Recuerdas cómo apareció doña Letizia del brazo del Príncipe de Asturias en su primera exposición pública tras anunciar su compromiso en una boda europea?



Pues así debemos ir nosotros: pisando fuerte, con la cabeza bien alta y diciendo «¡Aquí estoy yo! ¡Muérete de envidia!».

Practica, promueve y fomenta el buenrollismo y aléjate de las malas vibraciones, pues las sensaciones también se transmiten. No hagas de tu página de Facebook un muro de las lamentaciones.
Como decía aquel entrenador de fútbol: «Siempre positivo, nunca negativo». Que se note que disfrutas con lo que haces y que además eres el mejor en eso. Transmite confianza y seguridad. De esta manera, el cliente deseará que formes parte de su equipo.
En estos tiempos de desánimo, una persona positiva, resolutiva y predispuesta siempre será bienvenida.

Yo, desde el minuto uno, noté que algo había cambiado en mí tras la charla. Salí con el ego por las nubes, me subí en el autobús y miré a los demás viajeros pensando: «¡Eh, señores! Que soy TRADUCTORA. ¿Es que no se nota?»

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