Hoy deseamos
concluir la explicación de los factores
que intervienen en la fijación de tarifas. (Continuación de «Parámetros del
precio de una traducción (I)»)
7. Corrección o revisión
Éste es uno de
los parámetros que más influye en el precio de una traducción, ya que se trata
del trabajo realizado por un segundo traductor y supone en torno a un 15% del
precio final de una traducción. En principio, se puede renunciar a este
servicio, pero nosotros desaconsejamos rotundamente dicha práctica ya que mediante
este proceso se lleva a cabo el control de calidad desde el punto de vista
lingüístico de una traducción (en este caso, entendemos la calidad desde la
perspectiva del producto y no debemos confundirla con el concepto que
explicaremos en el siguiente punto.)
En
dicho control de calidad interviene la figura del revisor. Según la norma europea de calidad UNE EN-15038, específica
para servicios de traducción y aprobada por el CEN en 2006:
«Todo servicio
de traducción […] tiene que incluir, al menos, traducción y revisión.
- Traducción y comprobación. Un traductor con las competencias adecuadas traduce los documentos y, tras finalizar la traducción inicial, verifica su propio trabajo.
- Revisión. Una persona diferente del traductor revisa la traducción. La norma define revisión como el “examen de una traducción respecto a su adecuación a la finalidad prevista, cotejo de los textos de origen y de destino, y recomendación de las correcciones pertinentes”.»
En nuestra opinión, el revisor además debe realizar una corrección de
concepto que dicha norma UNE EN-15038
define como el «examen de un texto de destino traducido respecto a su
adecuación a la finalidad prevista y a las convenciones del dominio al que
pertenece, y recomendación de las correcciones pertinentes».
(Si desea leer una aproximación a las diferencias existentes entre la
revisión de una traducción y la corrección de estilo, le recomendamos que lea
esta entrada
de Patricia Lluberas.)
8. Nivel de calidad
Se trata de uno
de los parámetros más difíciles de definir, porque el término calidad se emplea
para aludir a diferentes conceptos:
- calidad del proceso: en la que se centra, p. ej., la norma UNE EN-15038 que determina el procedimiento para garantizar la correcta ejecución de todo el proceso
- calidad del producto: control de la calidad de una traducción (a la que aludimos en el punto anterior)
- calidad desde el punto de vista del cliente: exigencias y satisfacción del cliente
En este caso,
nosotros nos vamos a centrar en el tercer concepto o calidad entendida por la
satisfacción lograda para el cliente. En este sentido, estamos de acuerdo con
la afirmación de Judith
Zaragoza Tirado: «El traductor debe tener siempre presente que en el ámbito
empresarial "calidad" no es otra cosa que "satisfacción del
cliente" y que, por tanto, una traducción de calidad será aquella que
satisfaga las exigencias de su cliente.»
Un ejemplo
bastante habitual en la actualidad, es que como muchas empresas han trasladado
algunas de sus fábricas al continente asiático, mucha de la documentación que
se traduce por ejemplo al inglés está dirigida a un destinatario que posee
menos conocimientos de ese idioma. Por eso, algunos clientes están solicitando
que se realice una traducción más «plana» y más sencilla lingüísticamente
hablando, aunque el documento original no esté redactado de esa manera. En este
caso, el cliente necesita la traducción de dicha documentación para uso interno
y no para su publicación, por eso, es posible entregar una traducción que quizá
estilísticamente sea más pobre, aunque precisa en cuanto a la información
transmitida, la terminología, etc. Como señala Chris Durban: «Los
especialistas a menudo definen una traducción con fines informativos como un trabajo preciso aunque sin pulir.
Normalmente, éste se puede producir de manera más rápida y más barata que un
trabajo para publicar.» En el ejemplo
señalado, este parámetro puede suponer una reducción en el precio final de la
traducción, porque el traductor debe invertir menos tiempo en la redacción
estilística del texto.
¿Cómo nos puede
ayudar el cliente a proporcionarle la máxima calidad? Cuanta más colaboración
tengamos por su parte, mejor seremos capaces de satisfacer sus necesidades. En
una situación ideal, el cliente explica al traductor cuál es el objetivo de su
documento, quiénes son sus destinatarios y qué mensaje quiere transmitir. Si,
además, puede facilitar un contexto para dicho documento y material que le
pueda servir de referencia, como otros documentos previamente traducidos, los
glosarios recopilados con la terminología que usa su empresa y, en el mejor de
los casos, memorias de traducción de previos trabajos, etc., en ese caso, el
traductor podrá trabajar en unas condiciones óptimas de trabajo y el nivel de
calidad de su traducción podrá satisfacer plenamente los requisitos de su
cliente.
9. Tipo de archivo facilitado
En general, las
tarifas que aplicamos están basadas en la recepción de archivos editables sobre
los que se puede trabajar directamente, como por ejemplo los archivos de texto
(txt), de Microsoft Office (doc, docx, xls, xlsx, ppt), etc. Gracias al uso
cada vez más generalizado de las herramientas TAO, cada vez nos resulta más
sencillo trabajar con formatos que antiguamente requerían conocimientos
adicionales, como Adobe FrameMaker (mif), InDesign (inx, idml), HTML,
JavaScript, XLIFF, entre otros.
Sin embargo,
hay formatos en los que puede resultar muy laborioso trabajar, como en PDF de
documentos escaneados, imágenes o gráficos, documentos en papel, etc. Los
documentos de este tipo no se pueden editar directamente, sino que en muchas
ocasiones debemos efectuar tareas diferentes a las de traducción para poder
realizar nuestro trabajo. Por ejemplo, muchas veces dentro de un
documento como un manual de instrucciones podemos encontrar imágenes que
contienen texto que debe ser traducido. En estos casos, el traductor debe
copiar la imagen y editarla con un programa adecuado para poder eliminar el
texto del idioma original e introducir el texto traducido. Imaginemos que dicha
foto contiene 50 palabras y que en una situación normal llevaría un trabajo de
unos 10 minutos. Al tener que realizar todo el proceso de manipulación de la
imagen, probablemente al final deberemos dedicarle más de una hora de trabajo a
esas pocas palabras. Por eso, en estos casos solemos contabilizar el volumen de
trabajo en horas y no en palabras.
10. Maquetación o edición
En muchas
ocasiones, recibimos documentos que han sido elaborados para un idioma concreto
como el inglés y en los que no se ha tenido en cuenta que otros idiomas como
las lenguas romances emplean un mayor número de palabras para expresar las
mismas ideas. Esto provoca que el texto traducido no encaje perfectamente en el
espacio que se le ha destinado inicialmente y, por tanto, es necesario volver a
maquetar dichos documentos, para que su apariencia siga siendo impecable. En
estos casos, muchas veces nos vemos obligados a contratar los servicios de un
maquetador profesional, lo que naturalmente aumenta el precio final de la
traducción.
11. Finalidad del documento
En nuestra
opinión, la finalidad del documento debe ser uno de los factores que se sopesen
a la hora de elaborar un presupuesto. En este sentido, debemos diferenciar si se
trata de documentación de carácter privado; o de documentos que se deben
publicar para un grupo de destinatarios especializados; o de una obra para el
público en general; o de documentos que se deben presentar en instituciones
oficiales, etc. Dicha finalidad determina la relevancia de la información
transmitida y, a su vez, la diligencia con la que deberemos desarrollar nuestro
trabajo.
12. Responsabilidad civil
Como en otras
profesiones liberales, en nuestra actividad, estamos expuestos a cometer un
error que puede tener consecuencias de carácter grave en determinadas circunstancias.
Ante una negligencia de estas características, asumimos lo que se denomina responsabilidad civil, que es la
obligación que recae sobre una persona de reparar el daño que ha causado a
otro, sea en naturaleza o bien por un equivalente monetario, habitualmente
mediante el pago de una indemnización de perjuicios.
Esto quiere
decir que como autores de una traducción nos pueden reclamar los daños y
perjuicios ocasionados por un error en nuestro trabajo. Podemos pensar que sólo
los intérpretes jurados que rubrican su firma en un documento oficial tienen
tal responsabilidad. O que si no hemos firmado expresamente un contrato
quedamos exentos de semejante responsabilidad. Sin embargo, cualquier trabajo
que se efectúa a cambio de dinero implica la existencia de un contrato, aunque
no se firme ningún documento.
Por este
motivo, consideramos que es importante tener en cuenta la gravedad de las
consecuencias que pueden resultar del potencial error que podemos llegar a cometer
en una traducción determinada y, por tanto, debemos reflexionar sobre si el
riesgo que conlleva un trabajo en concreto es elevado y si dicho riesgo debe
quedar reflejado en el precio de la traducción.
Como ya nos
hemos extendido lo suficiente por hoy, nos gustaría poder desarrollar este tema
en profundidad en una próxima entrada.
Así, concluimos
la explicación de los parámetros que introducíamos en «¿Cuánto
cuesta una traducción?». Esperamos haber podido aclarar todas sus
dudas respecto a este asunto y que la información que hemos compartido le
resulte útil. Si todavía le surgen preguntas o sugerencias, no dude en dejarnos
un comentario.
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