Presentación

Sobre las autoras: Lorena, Elisa y Ana.

lunes, 29 de abril de 2013

Dime qué traduces y te diré cómo te sientes

En todos estos años que llevo ejerciendo como traductora me he encontrado con textos de índole muy diferente. Enfrentarse a cada uno de ellos supone un nuevo reto desde el punto de vista profesional, pero también desde el punto de vista emocional.
Y es que he comprobado que la temática del proyecto que tengo entre manos afecta de manera directa a mi estado de ánimo de ese momento, para bien o para mal.
Quizás esto es algo que se presupone en otras profesiones (médicos, psicólogos, astronautas, etc.) pero no en la nuestra. No obstante, traducir despierta un abanico importante de emociones.

¿Quién no se ha reído a mandíbula batiente con las series de televisión cómicas del tipo Dos hombres y medio o Friends? Al igual que el espectador, el propio traductor pasa ratos muy agradables y divertidos cuando trabaja con los guiones de estas series, de dibujos animados para adultos o de comedias. ¿Os imagináis cómo se lo debió pasar Nino Matas cuando tradujo El gran Lebowski?


 

La otra cara de la moneda la encontramos en los documentos más formales y con una carga emocional mucho más negativa.
Al trabajar para órganos judiciales, pasan por tus manos algunos casos que te producen verdaderos escalofríos. Desapariciones misteriosas de chavales en fiestas raves, asesinatos, robos con violencia, accidentes mortales, autopsias, narcotráfico, abusos, etc. Al conocer estos sucesos con todo lujo de detalles te invade una tristeza que te acompaña por lo menos mientras dura el proyecto.
Con determinadas denuncias, puedes llegar incluso a sentir rabia e indignación al ver las injusticias que se cometen.
 
 Mucho más agradable es cuando tu trabajo despierta en ti un sentimiento de admiración al descubrir los grandes logros alcanzados por algunos y la implicación de la gente en su afán por ayudar a los demás (Es el caso, por ejemplo, de las ONG).
El año pasado tuve la gran suerte de participar en la interpretación del Dr. Jean Luc Montaigner, Premio Nobel de Medicina en 2008 y Príncipe de Asturias en 2000. Quedé absolutamente fascinada con lo que aprendí acerca de la investigación realizada en la lucha contra el sida.
 
 Lo que provocan los folletos publicitarios y las páginas webs corporativas de algunas empresas y determinadas marcas es simple y llanamente un deseo incontrolable. ¿Cómo te sentirías después de varios años viendo sin parar en la pantalla de tu ordenador imágenes como ésta?
 
¡Exacto!

Traducir para marcas de lujo te acerca a un mundo inaccesible para la mayoría de los mortales y te lleva incluso a odiar -de pura envidia- a los que lucen con descaro ese must de Dior, ese Ferrari rojo último modelo o esos Blahnik que te hacen perder el sentido.
 
Frente a este buen rollo contagioso, están esos documentos financieros tan sumamente espesos que generan en ti un estado soporífero y hacen que se eternicen las horas frente al ordenador. Tanta tabla y tanto número reducen tu creatividad a la nada e inundan tus días de modorra. Las semanas que toca cuentas anuales, hasta ir a un cine supone un esfuerzo tremendo.
 
Menos mal que de vez en cuando te entra algún encarguito de esos que hacen que te hierva la sangre de emoción. Si tienes la suerte de ocuparte, por ejemplo, de la traducción de los reportajes de un acontecimiento deportivo como es la vuelta al mundo a vela, vivirás la aventura como si fueras un tripulante más a bordo de uno de esos impresionantes barcos. Sentirás, literalmente, que una ola te pasa por encima.   

 

Porque al fin y al cabo, la traducción es eso: una aventura llena de emociones que te invita constantemente a descubrir y sentir.

Y tú, ¿has sentido alguna emoción especial con alguno de tus proyectos? ¡Cuéntanoslo!
 


 

lunes, 22 de abril de 2013

Parámetros del precio de una traducción (II)

Hoy deseamos concluir  la explicación de los factores que intervienen en la fijación de tarifas. (Continuación de «Parámetros del precio de una traducción (I)»)

7. Corrección o revisión

Éste es uno de los parámetros que más influye en el precio de una traducción, ya que se trata del trabajo realizado por un segundo traductor y supone en torno a un 15% del precio final de una traducción. En principio, se puede renunciar a este servicio, pero nosotros desaconsejamos rotundamente dicha práctica ya que mediante este proceso se lleva a cabo el control de calidad desde el punto de vista lingüístico de una traducción (en este caso, entendemos la calidad desde la perspectiva del producto y no debemos confundirla con el concepto que explicaremos en el siguiente punto.)
En dicho control de calidad interviene la figura del revisor. Según la norma europea de calidad UNE EN-15038, específica para servicios de traducción y aprobada por el CEN en 2006:
«Todo servicio de traducción […] tiene que incluir, al menos, traducción y revisión.
  • Traducción y comprobación. Un traductor con las competencias adecuadas traduce los documentos y, tras finalizar la traducción inicial, verifica su propio trabajo.
  • Revisión. Una persona diferente del traductor revisa la traducción. La norma define revisión como el “examen de una traducción respecto a su adecuación a la finalidad prevista, cotejo de los textos de origen y de destino, y recomendación de las correcciones pertinentes”.»
En nuestra opinión, el revisor además debe realizar una corrección de concepto que dicha norma UNE EN-15038 define como el «examen de un texto de destino traducido respecto a su adecuación a la finalidad prevista y a las convenciones del dominio al que pertenece, y recomendación de las correcciones pertinentes».
(Si desea leer una aproximación a las diferencias existentes entre la revisión de una traducción y la corrección de estilo, le recomendamos que lea esta entrada de Patricia Lluberas.)

8. Nivel de calidad

Se trata de uno de los parámetros más difíciles de definir, porque el término calidad se emplea para aludir a diferentes conceptos:
  • calidad del proceso: en la que se centra, p. ej., la norma UNE EN-15038 que determina el procedimiento para garantizar la correcta ejecución de todo el proceso
  • calidad del producto: control de la calidad de una traducción (a la que aludimos en el punto anterior)
  • calidad desde el punto de vista del cliente: exigencias y satisfacción del cliente
En este caso, nosotros nos vamos a centrar en el tercer concepto o calidad entendida por la satisfacción lograda para el cliente. En este sentido, estamos de acuerdo con la afirmación de Judith Zaragoza Tirado: «El traductor debe tener siempre presente que en el ámbito empresarial "calidad" no es otra cosa que "satisfacción del cliente" y que, por tanto, una traducción de calidad será aquella que satisfaga las exigencias de su cliente.»
Un ejemplo bastante habitual en la actualidad, es que como muchas empresas han trasladado algunas de sus fábricas al continente asiático, mucha de la documentación que se traduce por ejemplo al inglés está dirigida a un destinatario que posee menos conocimientos de ese idioma. Por eso, algunos clientes están solicitando que se realice una traducción más «plana» y más sencilla lingüísticamente hablando, aunque el documento original no esté redactado de esa manera. En este caso, el cliente necesita la traducción de dicha documentación para uso interno y no para su publicación, por eso, es posible entregar una traducción que quizá estilísticamente sea más pobre, aunque precisa en cuanto a la información transmitida, la terminología, etc. Como señala Chris Durban: «Los especialistas a menudo definen una traducción con fines informativos como un trabajo preciso aunque sin pulir. Normalmente, éste se puede producir de manera más rápida y más barata que un trabajo para publicar.» En el ejemplo señalado, este parámetro puede suponer una reducción en el precio final de la traducción, porque el traductor debe invertir menos tiempo en la redacción estilística del texto.
¿Cómo nos puede ayudar el cliente a proporcionarle la máxima calidad? Cuanta más colaboración tengamos por su parte, mejor seremos capaces de satisfacer sus necesidades. En una situación ideal, el cliente explica al traductor cuál es el objetivo de su documento, quiénes son sus destinatarios y qué mensaje quiere transmitir. Si, además, puede facilitar un contexto para dicho documento y material que le pueda servir de referencia, como otros documentos previamente traducidos, los glosarios recopilados con la terminología que usa su empresa y, en el mejor de los casos, memorias de traducción de previos trabajos, etc., en ese caso, el traductor podrá trabajar en unas condiciones óptimas de trabajo y el nivel de calidad de su traducción podrá satisfacer plenamente los requisitos de su cliente.

9. Tipo de archivo facilitado

En general, las tarifas que aplicamos están basadas en la recepción de archivos editables sobre los que se puede trabajar directamente, como por ejemplo los archivos de texto (txt), de Microsoft Office (doc, docx, xls, xlsx, ppt), etc. Gracias al uso cada vez más generalizado de las herramientas TAO, cada vez nos resulta más sencillo trabajar con formatos que antiguamente requerían conocimientos adicionales, como Adobe FrameMaker (mif), InDesign (inx, idml), HTML, JavaScript, XLIFF, entre otros.
Sin embargo, hay formatos en los que puede resultar muy laborioso trabajar, como en PDF de documentos escaneados, imágenes o gráficos, documentos en papel, etc. Los documentos de este tipo no se pueden editar directamente, sino que en muchas ocasiones debemos efectuar tareas diferentes a las de traducción para poder realizar nuestro trabajo. Por ejemplo, muchas veces dentro de un documento como un manual de instrucciones podemos encontrar imágenes que contienen texto que debe ser traducido. En estos casos, el traductor debe copiar la imagen y editarla con un programa adecuado para poder eliminar el texto del idioma original e introducir el texto traducido. Imaginemos que dicha foto contiene 50 palabras y que en una situación normal llevaría un trabajo de unos 10 minutos. Al tener que realizar todo el proceso de manipulación de la imagen, probablemente al final deberemos dedicarle más de una hora de trabajo a esas pocas palabras. Por eso, en estos casos solemos contabilizar el volumen de trabajo en horas y no en palabras.

10. Maquetación o edición

En muchas ocasiones, recibimos documentos que han sido elaborados para un idioma concreto como el inglés y en los que no se ha tenido en cuenta que otros idiomas como las lenguas romances emplean un mayor número de palabras para expresar las mismas ideas. Esto provoca que el texto traducido no encaje perfectamente en el espacio que se le ha destinado inicialmente y, por tanto, es necesario volver a maquetar dichos documentos, para que su apariencia siga siendo impecable. En estos casos, muchas veces nos vemos obligados a contratar los servicios de un maquetador profesional, lo que naturalmente aumenta el precio final de la traducción.

11. Finalidad del documento

En nuestra opinión, la finalidad del documento debe ser uno de los factores que se sopesen a la hora de elaborar un presupuesto. En este sentido, debemos diferenciar si se trata de documentación de carácter privado; o de documentos que se deben publicar para un grupo de destinatarios especializados; o de una obra para el público en general; o de documentos que se deben presentar en instituciones oficiales, etc. Dicha finalidad determina la relevancia de la información transmitida y, a su vez, la diligencia con la que deberemos desarrollar nuestro trabajo. 

12. Responsabilidad civil

Como en otras profesiones liberales, en nuestra actividad, estamos expuestos a cometer un error que puede tener consecuencias de carácter grave en determinadas circunstancias. Ante una negligencia de estas características, asumimos lo que se denomina responsabilidad civil, que es la obligación que recae sobre una persona de reparar el daño que ha causado a otro, sea en naturaleza o bien por un equivalente monetario, habitualmente mediante el pago de una indemnización de perjuicios. 
Esto quiere decir que como autores de una traducción nos pueden reclamar los daños y perjuicios ocasionados por un error en nuestro trabajo. Podemos pensar que sólo los intérpretes jurados que rubrican su firma en un documento oficial tienen tal responsabilidad. O que si no hemos firmado expresamente un contrato quedamos exentos de semejante responsabilidad. Sin embargo, cualquier trabajo que se efectúa a cambio de dinero implica la existencia de un contrato, aunque no se firme ningún documento.
Por este motivo, consideramos que es importante tener en cuenta la gravedad de las consecuencias que pueden resultar del potencial error que podemos llegar a cometer en una traducción determinada y, por tanto, debemos reflexionar sobre si el riesgo que conlleva un trabajo en concreto es elevado y si dicho riesgo debe quedar reflejado en el precio de la traducción.


Como ya nos hemos extendido lo suficiente por hoy, nos gustaría poder desarrollar este tema en profundidad en una próxima entrada.
Así, concluimos la explicación de los parámetros que introducíamos en «¿Cuánto cuesta una traducción?». Esperamos haber podido aclarar todas sus dudas respecto a este asunto y que la información que hemos compartido le resulte útil. Si todavía le surgen preguntas o sugerencias, no dude en dejarnos un comentario.

lunes, 15 de abril de 2013

¿Traductor autónomo o agencia de traducción?

Por Ana Bermúdez



Como prometimos en nuestra entrada sobre «Cómo elegir un proveedor de servicios de traducción», vamos a hablar hoy de las ventajas y desventajas de los traductores autónomos frente a las agencias de traducción y viceversa.
En primer lugar, tenemos que tener claro quiénes son y qué hacen cada uno de ellos.
Los traductores autónomos (o freelance) son profesionales independientes que ofrecen los servicios lingüísticos que ellos mismos pueden realizar. Por ende, tienen un repertorio limitado tanto de idiomas como de campos de especialidad.
Las agencias de traducción son empresas constituidas como tales que ofrecen todo tipo de servicios lingüísticos para cuya realización cuentan con una extensa base de datos de traductores autónomos y con un determinado número de profesionales contratados en sus oficinas. En las agencias, cada proyecto se asigna a un coordinador o gestor de proyectos que se encarga de elegir al profesional adecuado para llevarlo a cabo y de seguir la evolución del proyecto en todas sus fases, así como de servir de intermediario entre el cliente y el profesional o profesionales encargados de realizar el proyecto.
Cada vez más nos encontramos con una figura intermedia que es la del traductor autónomo que actúa como coordinador de proyectos para poder ofrecer a sus clientes una mayor variedad de servicios y combinaciones lingüísticas a través de acuerdos con otros traductores autónomos.
En cuanto a las ventajas de los traductores autónomos sobre las agencias podemos citar:
·       El contacto directo del cliente con el traductor
·      La posibilidad de que el cliente conozca la experiencia y la forma de trabajar del traductor que contrata
·       Una mayor capacidad de negociación de plazos y tarifas
Como ventajas de las agencias sobre los traductores autónomos cabe destacar:
·       El hecho de que éstas ofrezcan un mayor número de idiomas y especialidades
·      La inclusión en la tarifa de un servicio de revisión (proofreading) por una persona diferente al traductor
·       La posibilidad de traducir grandes volúmenes en un menor periodo de tiempo
A la hora de seleccionar un proveedor de servicios lingüísticos, el cliente deberá analizar sus necesidades en cuanto a las combinaciones lingüísticas con las que trabaja, si se trata de una necesidad aislada o si va a precisar servicios de traducción con asiduidad, la longitud de los proyectos, etc. Por ejemplo, si el cliente es una empresa que desea traducir (y localizar) su página web a cinco idiomas en menos de dos semanas, le vendría bien contratar los servicios de una agencia de traducción que le ofrezca una solución integral para todos los idiomas en ese plazo de tiempo. Sin embargo, a una persona o empresa cuyas necesidades de traducción sean puntuales o siempre hacia el mismo idioma, le recomendaríamos los servicios de un traductor autónomo.

Presentamos a continuación un sencillo cuestionario de ocho preguntas que hemos elaborado para intentar ayudar al cliente a seleccionar lo que más le convenga según sus necesidades.

1.     Sus necesidades de traducción son:
A)   Esporádicas
B)    Habituales

2.     ¿Traduce siempre del mismo idioma?
A)  
B)    No

3.     ¿Traduce siempre sobre el mismo tema?
A)  
B)    No

4.     Los documentos que traduce son:
A)   No demasiado extensos
B)    Muy extensos

5.     Los plazos que maneja son:
A)   Flexibles
B)    Muy ajustados

6.     ¿Necesita por cualquier motivo tener contacto directo con el traductor?
A)  
B)    No

7.     ¿El proyecto que tiene que traducir necesita de una gran labor de maquetación?
A)   No
B)   

8.     ¿Desea que la traducción sea revisada por una persona distinta del traductor?
A)   No
B)   

Si ha obtenido mayoría de A en sus respuestas, le recomendamos contratar a un traductor autónomo.
Si ha obtenido mayoría de B, a usted le conviene contratar una agencia de traducción.

lunes, 8 de abril de 2013

Papá, ¿por qué somos... traductores?

Plantearse por qué uno es de un equipo de fútbol y no de otro no sorprende a nadie y menos cuando se trata de un equipo que, por lo general, le da más disgustos que alegrías a su afición.
Ser de un determinado equipo es sentir los colores de una manera intensa y al margen de las victorias o las derrotas. Es identificarse con una ideología y pertenecer a un grupo que se distingue del resto con unas características claras.
 
Algo muy distinto es cuando uno se pregunta por qué somos traductores. Mucho me temo que en este caso no entran en juego componentes sentimentales, locales ni heredados. No. Somos traductores porque somos necesarios.
No cabe duda de que para ser traductor tiene que existir un componente vocacional: un amor por los idiomas y la escritura, un interés por las culturas, una curiosidad por las cosas, etc. Pero lo que es indiscutible es que la traducción es una necesidad, no una afición.
 
Ciertamente, estamos viviendo la era de la globalización y de las comunicaciones.  El avance abrumador de las tecnologías y el nacimiento de las nuevas vías de comunicación tales como las redes sociales acercan más que nunca a los habitantes de las diferentes partes del mundo. Las noticias vuelan de un lado a otro del planeta en tiempo récord.
 
Rotas las barreras físicas, el único obstáculo que impide que una noticia llegue a todos los rincones del mundo es el idioma. Porque una cosa es que la noticia llegue y otra muy distinta es que el receptor la entienda tal y como la ha querido transmitir el emisor, sin transferencias, ni omisiones.
 
En palabras de Mario Merlino, traductor y presidente de la ACETT, “La lengua no sólo transmite un mensaje puntual; transmite, además, una concepción del mundo y es, en tal sentido, un instrumento óptimo para mejorar la convivencia, estimular el diálogo y respetar la diversidad y comprender las diferencias entre los seres humanos.”
 
Así las cosas, la traducción desempeña un papel crucial en esta fase de globalización internacional en la que estamos inmersos. Ésta ya no es sólo el proceso de traducir palabras, sino que ha evolucionado en la transformación del sentido y de las intenciones.
Existen indicios a lo largo de la historia que demuestran que algunas guerras se iniciaron por una mala interpretación de las palabras y que ciertas relaciones comerciales se fueron al traste por un fallo en la comunicación.
 
Miremos donde miremos, la traducción está presente en todos los ámbitos de nuestras vidas.
Veamos a continuación algunos ejemplos sobre la importancia de la traducción en distintos campos.
 
 
- Multinacionales: Las empresas que operan en diferentes países necesitan traducir cada día toneladas de información en forma de proyectos, contratos e informes que envían y reciben de otras compañías.
 
 
- Ministerio de asuntos exteriores de una nación: Resulta impensable concebir un gobierno aislado del resto, siendo la diplomacia internacional un pilar fundamental en el mundo actual. Compartir ideas, entablar negociaciones y estrechar lazos entre diferentes países sólo es factible a través de la traducción.
 
- Difusión de la literatura: Éste es de hecho el origen de la traducción y uno de los ejemplos más claros de que la traducción en la literatura es absolutamente imprescindible lo encontramos en la Biblia puesto que se ha comprobado que en aquellos pueblos en los que se tradujo a la lengua autóctona o vernácula del pueblo, el cristianismo ha sobrevivido. Sin embargo en aquellos otros pueblos en los que no se tradujo, la Iglesia no existe.
 
- Intercambio cultural: Precisamente a través de la difusión de la literatura, entre otros, las diferentes culturas han podido expandirse más allá de las fronteras de cada país. El académico García Yebra, en el discurso que ofreció cuando ingresó en la Real Academia recalcó el papel que ha desempeñado la traducción en la formación de la cultura occidental y afirmó que “La traducción ha sido acaso el más importante procedimiento para la propagación de la cultura”.
 
- Cine: Además de la literatura, el séptimo arte ha permitido difundir las culturas y transmitir ideologías a los espectadores de todo el mundo. Precisamente en España podemos presumir de tener unos traductores audiovisuales así como unas empresas de doblaje y subtitulación excelentes.
 
 - Traducción técnica: En este proceso de internacionalización, la traducción técnica es cada vez más relevante debido a las importaciones y las exportaciones. Para cada producto que se comercializa en otro país deben traducirse manuales, instrucciones, guías, etc.
 
- Turismo: Cuando un país es capaz de proporcionar a un turista, además de los atractivos propios de cada región, las diferentes  informaciones en el idioma de éste, está añadiendo un plus que va a ser determinante para que los viajeros se animen a visitarlo. Facilitar la comunicación al turista a través de la traducción le aporta seguridad y confianza e incrementa su atractivo turístico.
 
Para concluir, recordamos las palabras del intelectual George Steiner, según las cuales “Sin traducción habitaríamos provincias lindantes con el silencio”.

lunes, 1 de abril de 2013

Parámetros del precio de una traducción (I)


Como anunciábamos en nuestra entrada «¿Cuánto cuesta una traducción?», hoy pretendemos desarrollar en profundidad parte de los factores que intervienen en la fijación de tarifas.

1. Volumen de palabras

En general, los traductores empleamos las palabras como unidad de medida del volumen de nuestro trabajo. No obstante, en determinados casos se emplean otras unidades como por ejemplo, «líneas de 55 caracteres» en traducciones al alemán, «plantilla de 2.100 matrices» o «recuento de 2.100 caracteres» en traducciones literarias, «páginas de 1.800 caracteres» en traducciones al eslovaco, etc.
Normalmente, estipulamos el precio por el trabajo realizado, es decir, por el número de palabras del documento traducido (o de llegada). En ese caso, en el presupuesto le podemos ofrecer un volumen aproximado de palabras y la tarifa correspondiente pero no podrá saber el importe final de la traducción hasta que esté realizada. Si lo desea, puede solicitar que le hagan un presupuesto cerrado en el que se contabilizarían las palabras del documento original (o de salida). En este caso, debe ser consciente de que la tarifa aumentaría debido a que el español (al igual que el resto de lenguas romance) necesita un mayor número de palabras para expresar una idea que otras lenguas germánicas, eslavas, etc. En este sentido, se considera que la traducción al español de un documento en inglés tiene un 15 - 30% más palabras que el original; en el caso del alemán puede ascender hasta un 35%. (En esta tabla puede ver algunos porcentajes con respecto al inglés). Por eso, si pide un presupuesto cerrado con traducciones desde tales idiomas, se aumentará la tarifa correspondientemente para compensar la diferencia de volumen. 

2. Plazo

A primera vista podríamos decir que si conocemos el rendimiento de un traductor podemos estipular fácilmente el plazo de una traducción. Sin embargo, este parámetro también depende de varios aspectos.
En primer lugar, podemos afirmar que un traductor experimentado tiene un rendimiento de entre 2.500 y 3.000 palabras nuevas en 8 horas, en su área de especialidad (en una próxima entrada veremos que este rendimiento puede aumentar en función de las coincidencias o matches obtenidas gracias a las herramientas TAO). No obstante, si su documento tiene 6.000 palabras, el plazo mínimo que se le solicitará es de 3 días, ya que también debe contar con el tiempo que se precisa para la revisión. En este sentido, para la revisión se calcula un rendimiento aproximado de unas 2.000 palabras/hora si la traducción ha sido realizada por un traductor especializado y experimentado.
Otro factor que puede aumentar el plazo, por ejemplo, es el hecho de entregar un documento original en un formato no editable, en el que haya que dedicar tiempo a la maquetación, etc.
Generalmente los plazos solicitados son más amplios porque debe tener en cuenta que ambos profesionales tendrán que poner su documento «a la cola» del resto de trabajo que ya tengan pendiente.
Entonces, ¿en qué casos el plazo afecta a la tarifa de traducción? Cuando para cumplirlo el profesional deba trabajar fuera del horario de oficina, los fines de semana o festivos, entonces se suele aplicar un recargo por urgencia (en torno a un 30%, como media, aproximadamente).

3. Tarifa mínima

Como explica Isabel García Cutillas en su entrada «Cómo se fija una tarifa», la tarifa mínima es la que debemos aplicar para obtener unos ingresos mínimos al año que nos permitan asumir los gastos que genera la actividad y mantener nuestro nivel de vida. Esta tarifa mínima se suele aplicar en traducciones de carácter general, como por ejemplo correspondencia particular, encuestas de información general, etc.

4. Combinación lingüística

Este es un parámetro que se estipula en función de la oferta y la demanda que genere una combinación de lenguas en particular. En este sentido, combinaciones con idiomas menos frecuentes en nuestro país, como por ejemplo el español con el noruego, el chino o el árabe serán mucho más caras que combinaciones con idiomas más generalizados, como el inglés, el francés o el alemán.

5. Especialidad de la traducción

Como ya señalábamos en «Cómo elegir un proveedor de servicios de traducción», éste es uno de los factores clave a la hora de elegir el traductor adecuado para el documento que precisa traducir, ya que se trata del factor a través del que los traductores podemos señalar el valor añadido que podemos aportar a una traducción en particular. El conocimiento de un ámbito concreto y los años de experiencia en dicho ámbito nos permiten evaluar la idoneidad de nuestro trabajo. Por eso, la especialización es uno de los factores mejor justificados dentro del presupuesto.
Ya en las facultades nos preparan para el mundo competitivo de la realidad laboral y, por eso, el camino de la especialización lo iniciamos en nuestra formación. Los ámbitos de especialidad son: traducción jurídica, comercial, científico-técnica, tecnológica, audiovisual, publicitaria, de marketing, editorial, localización, etc. A su vez, la práctica profesional nos obliga a especializarnos en áreas mucho más concretas, por ejemplo, dentro del ámbito científico-técnico, en automoción, dentro del ámbito jurídico, en derecho comunitario o dentro del ámbito audiovisual, en subtitulación, etc.
Uno de los aspectos más característicos de cada especialidad es la terminología pertinente en cada área específica. En este sentido, únicamente el grado de especialización del traductor le permite determinar en cada momento cuál es el término más apropiado que se debe emplear.
Por todo esto, siempre se recomienda elegir a un traductor especializado en el área concreta de su texto.

6. Complejidad de la información

Aunque a menudo no se tiene en cuenta por nuestra tendencia a ofrecer tarifas genéricas a nuestros clientes, éste es uno de los parámetros más importantes y, por eso, siempre debería reflejarse en el presupuesto. Generalmente la complejidad de la información prolonga el proceso de documentación y, por lo tanto, reduce la capacidad de productividad del profesional.
Veámoslo con unos ejemplos: dentro del ámbito técnico podemos traducir el manual de usuario de la radio de un vehículo o la patente de una nueva tecnología. En este sentido, el grado de dificultad de un documento con respecto al otro varía notablemente, ya que en un caso estaremos tratando información de conocimiento más generalizado y, en el otro, estaremos tratando información de tecnología puntera, para la que tendremos un acceso limitado a la documentación y en la que tendremos que meditar detenidamente sobre cada concepto que expliquemos, porque la ambigüedad de una idea puede provocar discusiones en cuanto a las competencias de una patente con respecto a otra similar.
Por otro lado, la terminología suele ser uno de los aspectos que más dificultades ofrece a la hora de realizar una traducción especializada. La búsqueda de terminología se complica cuanto más novedoso o especializado sea el tema que trata el documento. Debido a la carencia de organismos internacionales dedicados a la normalización terminológica, en muchas ocasiones, los traductores nos vemos obligados a realizar las labores de terminólogos y crear nueva nomenclatura que denomine nuevos conceptos.
Por todo esto, éste es uno de los parámetros que más puede influir en la tarifa que nos ofrezcan para la traducción de un documento.

Por último, nos gustaría darle un consejo: si prevé encargar un determinado volumen de traducciones del mismo tipo a lo largo de un cierto periodo de tiempo, escoja a un solo traductor para realizar ese trabajo, ya que esta medida le beneficiará. Por un lado, el traductor podrá llegar a conocer mejor sus productos y obtendrá un estilo y una terminología más uniformes, lo que repercutirá en una mayor calidad de su trabajo. Por otro, cuando el traductor está especializado en usted como cliente, cada vez precisará menos tiempo de documentación, por lo que podrá aumentar su rendimiento de trabajo y, por lo tanto, podrá ofrecerle una tarifa mejor.

Para concluir, sólo deseamos recordarles que como la explicación de estos factores ya se ha prolongado más de lo que hubiéramos deseado, desarrollaremos el resto de los parámetros que intervienen en la fijación de tarifas en una próxima entrada.
Si le ha quedado alguna duda o inquietud, le invitamos a que nos deje un comentario. Intentaremos contestar todas sus preguntas y resolver todas sus dudas.
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